Trucos para mantener el autocontrol: ya no hay excusa para perder
los nervios
Por PILAR QUIJADA
Unos minutos de descanso o tomar algo dulce
pueden ayudarnos a guardar la calma, según un estudio
Si
después de una dura jornada su jefe le pone al borde de perder los estribos,
sepa que no tiene excusa para no controlarse. Una investigación publicada en
“Trends in Cognitive Sciences” asegura que el autocontrol no es un recurso
limitado que acabe por agotarse, a diferencia de lo que más de uno podríamos
pensar y de lo que la Psicología también sostiene.
En
opinión de un equipo de investigadores de las Universidades de Toronto (Canadá)
y Aberdeen (Escocia), nuestra dificultad para controlarnos cuando estamos
cansados se debe a que empezamos a darle más valor a lo que “nos gustaría”
hacer que a lo que realmente “deberíamos” hacer.
“Cuando
estamos agotados hay un cambio en las prioridades motivacionales y prestamos
menos atención y nos implicamos menos en lo que estamos obligados a hacer, al
tiempo que nos distraemos y dedicamos más tiempo a lo que realmente nos apetece
hacer”, explica Michael Inzlicht, uno de los participantes en el estudio.
En
definitiva se trata de una forma saludable en la que nuestro cerebro nos
reclama un mayor tiempo de ocio y actividades placenteras frente al exceso de
deberes y trabajo rutinario. Aunque no siempre podemos dejarnos llevar en el
momento por esta llamada de atención.
Sin perder la calma
El autocontrol
se define como el proceso mental que nos permite manejar nuestros pensamientos,
emociones y comportamientos para mantenerlos acordes con los objetivos que nos
hemos propuesto lograr. Y tiene mucho que ver con la capacidad de inhibir
determinadas respuestas a favor de otras más apropiadas a nuestros propósitos
iniciales.
La
visión dominante en la Psicología sostiene que el autocontrol es un recurso
limitado, como la energía. Desde este punto de vista, el esfuerzo por
mantenernos en el camino adecuado llegaría a un límite a partir del cual nos
sería más difícil controlarnos.
Es
decir, que sobrepasada esa “delgada línea roja” sería más fácil perder los
estribos y comportarnos de forma inconveniente, ya sea diciendo a nuestro jefe
lo que creemos que debería oír o bajando el ritmo en nuestro trabajo.
De
hecho es sabido que el rendimiento de la gente decae con el tiempo. Sin
embargo, Inzlicht y sus colegas matizan que ese comportamiento se debe a un
cambio en las prioridades, y no a una falta de autocontrol. Eso significa,
señalan, que podríamos encontrar una manera de salir airosos de esas
complicadas situaciones.
Según
estos investigadores, la clave estaría en cambiar los “tengo que hacer” por los
“quiero hacer” para poder seguir adelante. ¿Y dónde está el interruptor para
lograr ese mágico cambio de punto de vista?
Viejos trucos
Los
consejos que ofrecen no son novedosos, pero los psicólogos saben que funcionan.
En esos momentos clave conviene tomarse un descanso para airear nuestro
cerebro. Lo que en el argot psicológico se denomina un “tiempo fuera”, que al
sacarnos de la situación conflictiva o que nos cansa nos da un respiro y nos
permite pararnos a pensar, en lugar de actuar impulsivamente, y recuperar la
“sensación de autocontrol” sobre nosotros mismos.
De ahí
que sea tan importante tomarse descansos periódicos en el trabajo, tanto
durante la jornada laboral -unos minutos para tomarse un café y charlar
distendidamente- como a lo largo del año. Y es que la fatiga juega un papel
fundamental en el comportamiento y rendimiento. “Algunas empresas inteligentes
ya se han dado cuenta que descansos y vacaciones no son la antítesis de la
productividad, sino que en realidad tienen el efecto contrario y pueden
aumentarla”, señala Inzlicht
Huir de las tentaciones
Recomiendan
también mantener alejadas las tentaciones cuando nuestros niveles de energía
son bajos. Lo que los psicólogos llaman control de estímulos, que nos pueden
desviar de nuestros objetivos.
Y un
truco para salir del paso cuando estamos cansados puede ser “recompensarnos”
con algún alimento dulce. El consumo de glucosa, señalan los investigadores,
aumenta el rendimiento en tareas que requieren autocontrol, como han revelado
diversos estudios. Por ejemplo, cuando se aumenta de forma deliberada en
condiciones experimentales en voluntarios el nivel de glucosa en sangre se
controlan mejor los impulsos agresivos. Como anécdota, este truco también
funciona con los perros.
Al
parecer, los niveles de glucosa juegan un papel importante en el autocontrol,
como más de uno habrá experimentado cuando está hambriento. Sin embargo, la
forma en que la glucosa nos ayuda a mantener la calma no está clara. Lo que si
parece que su efecto es inmediato. El mero hecho de enjuagarse la boca con un
líquido azucarado, sin llegar a tragarlo, puede mejorar el control cognitivo.
Lo que
significa que la respuesta del cerebro a la glucosa en la cavidad oral es clave
para lograr esa mejora cognitiva. Por tanto, según sugieren los investigadores,
tomar algo dulce puede ayudarnos a recuperar el autocontrol. Aunque según el
dato anterior, no hace falta dejar sin existencias la máquina de bollos del
trabajo, sirve con tomar un caramelo o un bombón.
Si no
consigue controlarse después unos minutos de descanso, tomados adecuadamente en
momentos clave, o recompensarse con algún dulce, a lo mejor es que su cuenta
“quiero/tengo que” está totalmente descompensada y necesita un descanso más
largo o dejar tiempo en su día a día para actividades placenteras. Y es que
cuando nos comprometemos durante mucho tiempo en actividades que nos requieren
un esfuerzo y que nos aportan recompensas externas empezamos a reconsiderar
nuestras prioridades de forma sesgada hacia lo que de forma natural nos motiva
y nos produce recompensas internas.
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